Era el mes de febrero, fecha en la cual cada año la ciudad de Venecia celebra su tan afamado carnaval de máscaras, todo el mundo estaba disfrazado con pomposos vestidos y excéntricos atuendos caminando por las estrechas callejuelas y navegando por los sinuosos canales venecianos. Entre medio de ese gran caos carnavalesco dos chilenos sellaban en un pacto de amor una relación que había comenzado apenas algunos meses atrás en la ciudad medieval de Bolonia.
Ella era una estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad de Bolonia, él un paseador de perros que había congelado sus estudios de arquitectura en Chile por razones económicas y había emprendido un viaje de juventud que lo había llevado hasta Italia, había llegado ahí para visitar a algunos amigos y con suerte aprender italiano. Se conocieron a través del coinquilino (compañero de departamento) de él, otro chileno, que le presentó a una amiga de infancia de su colegio, todos eran originarios de la misma ciudad, pero tanto al compañero de departamento como a su amiga él los había conocido en Italia.
Era un día domingo por la tarde, ella recién había regresado de un viaje exprés a Chile a causa de una tragedia familiar. Se conocieron un frío domingo de septiembre y si bien no intercambiaron más de dos o tres palabras, les bastó para caerse bien. A las dos semanas eran amigos, al mes pololos y a los dos meses ya estaban viviendo juntos en el departamento de él, porque su compañero de piso se había regresado a Chile.
Una cosa llevó a la otra y el amor fugaz se fue convirtiendo en una relación cada día mas consolidada donde ambos se necesitaban el uno al otro, ese punto en que las parejas parecieran volverse una sola persona.
La lejanía de sus familias y de sus raíces sin duda había servido como un ingrediente para consolidar la relación, además del telón tan elegante y romántico que solo pueden presentar las ciudades italianas para que se desarrolle una aventura amorosa, telón que le sirvió al mismísimo Shakespeare al momento de representar su tragedia de Romeo y Julieta.
A ella le quedaba aún un año para terminar sus estudios, pero a él ya se le había acabado el tiempo, ya que la estadía para un «extracomunitario» son apenas 90 días, y él ya había cumplido casi un año de sus viajes por Europa, y claro, encontrar el amor le había obligado a recalar en aquella ciudad medieval del norte de Italia llamada Bolonia mas del tiempo que tenía planeado.
En términos italianos se encontraba en negro, era un indocumentado, un «inmigrante» con todas sus letras, ya había dejado de ser un turista, ella en cambio era descendiente de italianos que habían llegado a Sudamérica a principios del siglo XX, por ende tenía la nacionalidad de sus antepasados. Un día él se decidió a que ella sería la mujer definitiva, que no quería estar con nadie más que con ella, y le pidió matrimonio. Ella aceptó.
Como Italia era el escenario que los había unido y donde se desarrollaba su historia de amor, no podía ser otro que ese el lugar elegido donde tenían que sellar su pacto de amor. Como él era un ilegal para la leyes italianas no podia contraer matrimonio, tuvieron que acudir a una abogada especialista en casos de inmigrantes. Los recibió en su despacho, los escuchó y quedó maravillada con la historia de estos dos jóvenes enamorados, les dijo que les iba a asesorar y que no les iba a cobrar ningún euro por la asesoría. Luego les explicó los caminos que podían tomar eran dos, el primero era viajar a San Marino, país que geográficamente está dentro del territorio italiano, pero que al ser un Estado independiente cuenta con otras leyes, entre las cuales estaban la de permitir casar a un ciudadano italiano con un inmigrante sin papeles; la segunda era viajar a un país fuera del denominado Espacio Schengen y volver a entrar a Italia como turista, con el riesgo que los policías detuvieran al enamoradizo sudamericano indocumentado y que luego de un periodo en la cárcel de extranjería lo deportaran a su país de origen. Ellos tomaron la segunda opción.
Compraron un billete de avión a Londres, partirían un día martes por la mañana para regresar a la madrugada del siguiente día. Antes del viaje fueron a comprar ropa a una tienda exclusiva de ropa italiana, para ir con el mejor atuendo y así sortear policía internacional de la mejor forma. Así partieron los dos juntos, esto lo habían comenzado unidos y lo iban a terminar unidos.
Fue un viaje extremadamente tenso, lleno de miedos, confusión y ansiedad, recorrieron Londres durante todo el día, pero no era para nada un viaje de turismo, era un viaje de supervivencia, supervivencia de un amor intenso, apasionado, juvenil. Como el avión partía en la madrigada del otro día decidieron dormir en el aeropuerto, cuando estaban a punto de entrar en suelo italiano las ansias crecieron, él disimulaba de la mejor forma posible su nerviosismo, ella con una sonrisa trataba de disimular en frente de la policía internacional, ella pasa primero sus documentos, los policías corroboraron que era ciudadana italiana y cuando le toca a él, le preguntan si se conocían, y luego si es que eran pareja, ellos se miran y dicen al unísono que se habían conocido en el vuelo… ya estaba todo planeado. Luego de unos minutos de agónico silencio los sacaron de la fila y los llevaron a una caseta que estaba llena de policías, los cuales les comienzan a hacer preguntas.
Por un minuto ambos pensaron que hasta ahí había llegado la aventura, lo más seguro es que lo apresaran y lo deportaran y estuvieran separados al menos por un año mientras ella terminaba sus estudios. A los pocos minutos el policía le comentó a la pareja que no se preocuparan, que solo les estaban enseñando a los nuevos policías a realizar las preguntas de protocolo cuando veían casos sospechosos, le pide el pasaporte a ella, luego a él y timbra ambos y le dan la bienvenido a suelo italiano. El sentimiento de alivio y felicidad contenida solo se marcó con una leve mirada entre ellos seguida de una sonrisa de triunfo. Ya estaban a salvo, su amor estaba a salvo.
Al tiempo después comenzaron los preparativos para su matrimonio en la ciudad de los canales, se mudaron a la ciudad de Venecia donde ella estudiaría un magister y él concluiría sus estudios de Arquitectura, la historia de amor continuaría a través de los años.
Dedicada a Giannina B.