En mis años de niñez la imagen que tenía de los escritores chilenos era que todos eran viejos, comunistas y vivían en grandes casonas de Ñuñoa. Con los años me percaté que la imagen que tenía de todos los escritores chilenos confluía en la imagen del Poli. Mi compañero de banco en la básica, mi gran amigo Christopher siempre me invitaba a su casa y ahí estaba el poli, siempre en su escritorio y aunque no lo viéramos, su presencia se notaba en la casona de la calle Valencia, casa de la que recuerdo una fotografía de Einstein que estaba en el segundo piso llegando de la escalera de madera, la foto se la había sacado la lola Falcón en los años 50, madre del poli, reconocida fotógrafa nacional. También recuerdo de esa casa las figuritas de colección que tenía el poli en el primer piso, eran miniaturas con diversas posiciones sexuales, eso a los 12 o 13 años cuando no existía ni internet ni celulares ni nada de nada, era algo fuerte, por decirlo menos.
Salíamos a jugar a la pelota con mi amigo y en la esquina había un sexagenario regando el pasto, “hola Chris” saludaba a mi amigo, – ese es Rosasco el de Francisca yo te amo me decía pegándome un codazo–, y así la zona ñuñoina conglomeraba diversas figuras ilustres de las letras nacionales, a unas cuadras estaba Volodia y así tantos más. De todos ellos uno de sus últimos estandartes era el poli.
Sabido es que fue un gran cuentista, novelista y traductor, sabido es que su sobrenombre se lo debía a Neruda, sabido es que el exilio en México marcó su vida y su literatura, como también es sabido que en Chile no le dieron nunca el merecido reconocimiento, al menos no el que se merecía, al menos no al nivel del que sí gozaba en México. Del esquivo premio nacional de literatura ni hablar, lo postularon tantas veces como Al nobel a Nicanor. Pero sabido es también como somos los chilenos con nuestros escritores y eso lo sabía mejor aún el poli, que en su sencillez, en su erudición que nunca enrostraba ni alardeaba, engullía cualquier menosprecio o cualquier gesto negativo en su contra, él era mucho más que un Altazor, un premio nacional o un premio municipal de quinta categoría.
Siempre quise escribir un breve texto sintetizando de alguna manera lo que ahora estoy escribiendo y enviárselo al poli, para que supiera el gran aprecio que sentía por él y lo que había significado su figura de escritor e intelectual en mi niñez. Además quería pedirle disculpas por un hurto que hice en su biblioteca confabulado con mi amigo, cuando le pedí un autógrafo para regalárselo a mi polola de aquel tiempo, mi amigo me dijo, como le vas a pedir un autógrafo o una dedicatoria, saquémosle un libro a mi viejo y que te lo firme, si tiene un montón y ni se va dar cuenta. Fue el único libro que he robado en mi vida, mi amigo lo tomó, me lo pasó en las manos y me dijo vamos, yo te acompaño, cuando llegamos donde el poli le dije medio avergonzado que mi polola era seguidora de él y que había comprado hace poco su libro y si me lo podía firmar, el poli me mira y me dice, mmm que raro, este libro salió publicado solo en una edición mexicana y me mira con cara de pobre pendejo como creías que no me iba a dar cuenta que me sacaste uno de los libros que tengo arriba en la biblioteca. En cambio sonrío y me escribió una hermosa dedicatoria.
En un cuento de Bolaño, creo que era en Putas asesinas, Bolaño relata que en sus años en el DF había participado en un concurso literario juvenil y uno de los jurados era un escritor de cuentos chileno, Poli Délano. Más que una simple coincidencia lo tomé como un sesgo al poli, ya en los años que Bolaño estaba partiendo como escritor el poli estaba consolidado en el país que ambos amaron, sin ir más lejos ganó el premio nacional de cuentos en México el año 1975. Otro enlace entre los dos autores se me volvió a repetir con dos títulos de novelas del enigmático Beno von Archimboldi. El mejor personaje que tal vez haya creado Bolaño tiene dos títulos de novelas que se asemejan mucho a dos libros del poli, La perfección ferroviaria y La máscara de cuero son del escritor prusiano, mientras que Humo de trenes y El hombre de la máscara de cuero son del poli. Coincidencia, similitud o simplemente buscarle la quinta pata al gato, eso resonó en mi cabeza en su momento cuando lo leí, habrá sido una especie de homenaje de Bolaño el haber introducido títulos tan similares, habrá querido insinuarnos, chilenos huevones tienen un gran escritor y lo están menospreciando. De todos modos aunque sean simples elucubraciones en mi imaginación de escritor, me gustaría que tales homenajes fueran reales y con eso ya es mucho.
Rodrigo Ertti
+ Poli Delano 1936 – 2017