La (no) relación de las ciudades y sus ríos

Por lo general las ciudades guardan un fuerte lazo con sus hitos geográficos, como montañas, volcanes o ríos que acompañan sus paisajes, sus historias y su vínculo con la naturaleza, a veces estos hitos se convierten en símbolos de la ciudad, mientras que en otras ocasiones este hito es ninguneado o negado.

Hace un tiempo el escritor chileno Marcelo Mellado mencionaba en una entrevista la importancia que tenían para él los ríos en la conformación de una ciudad, así como su natal Concepción tiene el Biobío o Santiago tiene el Mapocho, Valparaíso no posee un río, solo quebradas y cursos de agua, pero no un río como tal, lo que para él era una enorme carencia, al compararla con su vecino San Antonio por ejemplo y la desembocadura del rio Maipo, que para él constituían una gran diferencia con la joya del Pacífico, que además de no contar con una cultura ribereña ahora parecieran quitarle además la relación con el mar, lo que serían ya a esta altura catastrófico.

“En el rio Calle Calle se bañaba la luna”,  

“Se la llevó, se la llevó
La corriente del canal”

El folclore nacional parece recordarnos la importancia de los ríos en nuestra cultura, casi toda ciudad en Chile cuenta con un rio importante que la atraviesa y que ha ido durante los siglos forjando una cultura ribereña o bien la negación de esta, como ocurre en Santiago con nuestro rio Mapocho.

El fin de semana pasado salió en un periódico capitalino el reportaje de un joven que recorría junto a sus perros la extensión del rio Mapocho a la altura de la comuna de Vitacura, en sus contantes visitas a la ladera fue descubriendo que este rio guardaba un sin número de secretos, sus aguas cristalinas, sí cristalinas, dejaban incluso divisar peces, ranas y otras especies animales, al igual que una flora que se presenta en forma reluciente.

Y no es que la cuarentena haya provocado este cambio ni mucho menos, porque los ciclos se demoran años en renovarse, este habría iniciado a principios de siglo con el proyecto Mapocho navegable, donde se limpiaron las aguas del rio que atraviesa la capital de oriente a poniente, proyecto que si bien llegó a puerto, nunca logró algo similar al Sena en Paris, al Danubio en Viena o el Rio de la Plata en Buenos Aires, como era su objetivo principal, sino mas bien para la ciudad siguió siendo el mismo rio de siempre solo que no olía mal.

la ciudad y sus rios7
Invitamos a ver el Instagram de @Mapochovivo.

En un verdadero gesto poético el muralista Joaquin Moure comenzó a fotografiar la flora y fauna que iba encontrando y creó una cuenta de Instagram (@mapochovivo) donde va subiendo imágenes y videos mostrando y nombrando las especies que va descubriendo en sus incursiones al lecho del rio. Este gesto poético, al mismo tiempo no debería ser considerado como tal, si lo pensamos desde un punto de vista que debería ser lo normal, el hecho de que una ciudad y sus ocupantes se relacionen con la naturaleza que la misma ofrece, y sobre todo aquella que se encuentra más a la mano, por ejemplo la ladera de un río, pero que por alguna razón esta ciudad le ha dado prácticamente la espalda.

La zona de la Chimba significaba en quechua «al otro lado», según cuenta Armando de Ramón en su libro Santiago de Chile, a este lugar llegó la expedición de Valdivia, que después de un año de viaje descansó en la ribera norte del Mapocho en enero de 1541. Posteriormente en la Chimba desde tiempos de la colonia, se fueron instalando cementerios, psiquiátricos, mercados y todo lo que a la ciudad le parecía molestar, como también burdeles y zonas de divertimento nocturno, hay varias historias que se cuentan de personajes de la época colonial se perdían apenas cruzar el puente Cal y canto y regresaban después de días de haber estado en la Chimba, casi en una especie de viaje dantesco por los anillos del averno. Todo ese sector que ahora abarcan las comunas de Recoleta, Independencia, Providencia (entre otras a lo largo del Mapocho) dividió la ciudad en dos en sus inicios. En la actualidad en la Chimba también está el zoológico metropolitano,  Universidades, Lo Curro, El Mercurio, la casa de Bolocco, Farkas etc. pero claro, estas últimas se encuentran hacia la parte más oriente.

Pero si bien a nivel de la cota cero la diferencia es notoria si comparamos las realidades de Recoleta y Vitacura, al nivel de la ladera esto no pareciera cambiar en lo absoluto, ya que en toda su extensión la ciudad pareciera negar completamente la existencia de su río, sin importar por el barrio que este atraviese, de hecho faltó poco para que el proyecto de la costanera cubriera todo ese tramo y nunca más viéramos al Mapocho.

Pero bastaron más o menos veinte años para que un transeúnte junto a sus canes, se atreviera a cruzar los límites de «lo urbano» para internarse en una verdadera jungla en medio de la ciudad, y se asomara a un mundo que no era el que todos pensaban, el mundo putrefacto, lleno de ratas y basura, sino que se encontró con un verdadero tesoro inexplorado, al menos para la mayoría de los habitantes de la zona.

Esa negación de Santiago a su río, se puede simbolizar no solo como una negación a una parte geográfica importante de nuestra ciudad, sino que a una negación casi de nuestra identidad como santiaguinos o como chilenos, algo en nuestro inconsciente colectivo asocia al rio con catástrofes, como la mítica subida del rio llevándose el Fiat 600, o con la fetidez, específicamente con el café de sus aguas provocadas por el encuentro con el Canal San Carlos y su olor nauseabundo y ya en la zona poniente a zonas pobres con medias aguas que cuelgan por la ladera.

Hacia el final del parque de los Reyes se encuentra el Parque fluvial de la Familia (Ex Renato Poblete), uno de los lujos urbanos que cuenta esta ciudad y que está conectado por una represa al río Mapocho convirtiéndolo en un parque inundable, mismo rio que algunas comunas más hacia el oriente se topa tangencialmente con el Parque proyectado por el arquitecto Teodoro Fernández, pero que el arquitecto por alguna razón prefirió no mantener una relación tan fuerte como la del parque ubicado en Quinta Normal, afirmando la tesis de que la ciudad sin excepción le daba la espalda a nuestro río.

La ciudad y sus rios
Parque de La Familia, parque fluvial ubicado en la comuna de Quinta Normal.

Sobre los proyectos que se han hecho en torno al río está pendiente uno del año 2019 y consiste en unir todas las comunas que lo rodean y que se prometió cumplir bajo el actual mandato presidencial, proyecto que partió recordemos de la iniciativa de la ciclovía que une Santiago oriente y poniente a través del cauce del río. Hablando como ejemplos urbanos destacables, se podría mencionar lo que se hizo en la ciudad de Valencia con el rio Turia, el cual se desviaron sus aguas y en su lugar se instaló un parque lineal que recorre toda la ciudad, entregándole un importante pulmón verde a la ciudad capital de la comunidad valenciana, además de un punto de encuentro cultural y de esparcimiento urbano. En fin, las cosas que se pueden hacer son infinitas, todo con tal de recuperar una zona hasta ahora prácticamente muda para la ciudad.

El hallazgo de Joaquín Moure y su proyecto de Mapocho vivo lo encuentro un ejemplo notable de hacer ciudad, de intento de recuperación y puesta en valor de un bien que le pertenece a la ciudad y sus habitantes y justo ocurre en una época de pandemia, donde la ciudad parece descansar de sus habitantes y los animales salvajes comienzan a descender de la cordillera, el silencio se apodera de la ciudad y pareciera estar tomándose sus calles, veredas, su rio y estar recordándonos a través de estos gestos poéticos la importancia de rescatar esos lugares y por qué no, que algún día sean parte importante de la ciudad, que esta recupere su relación con el rio, que a cuyos pies fue fundada allá en un lejano febrero de 1541.

Tal vez ese reencuentro entre la ciudad y su rio sea solo un gesto simbólico que enmarque el reencuentro de sus mismos habitantes, los del poniente con los del oriente, los del norte con los del sur, o por qué no, el reencuentro de sus habitantes y su clase política, cómo no podemos tener por un segundo ese sueño, si la misma naturaleza nos está enseñando que en un lugar nauseabundo y putrefacto ahora vuelve a nacer vida de las más variada y colorida biodiversidad, una lección más que nos da la madre naturaleza. De eso y mucho más tenemos que preocuparnos no solo los arquitectos, sino que todos los ciudadanos que habitamos esta ciudad, para trabajar por ir recomponiendo el tejido tanto urbano como social, que al final son una misma cosa.

Es una casita
Muy linda y chiquita
Que está en la falda
De un cerro enclavada
La adornan las parras
La cruza un estero
Y al frente hay un sauce
Que llora y que llora
Porque yo la quiero
Si vas para Chile
Te ruego, viajero
Le digas a ella
Que de amor me muero…

Extracto de la canción Si vas para Chile, autor Chito Faró.

 

Rodrigo Ertti.

 

 

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