En un mundo lleno de incertidumbre, inseguridad, inestabilidad, crisis, guerras y pandemias, es fácil dejarse llevar por una de las principales enfermedades del siglo XXI: la depresión. Tal como comenta Harari en su libro Homo Deus, el suicidio se lleva en la actualidad a más almas que la suma de todos los asesinatos, muertes en guerra y accidentes de tránsito juntos a nivel mundial.
En ocasiones hay que “tocar fondo” para que uno se percate de que está mal, de que lo que te sucede no es normal y de que el deslinde entre una vida estresada y una depresión es muy difuminado, sobre todo en los tiempos que corren hoy en día. La pregunta importante que debemos hacernos es ¿Cuándo darse cuenta de que estás tocando fondo? La respuesta es simple y compleja a la vez, ya que depende de cada uno. En mi caso me ayudó una escena de la serie Peacky Blinders transmitida por Netflix y que actualmente se está estrenando la sexta y última temporada en el Reino Unido.
Tommy Shelby es el líder de uno de los clanes de mafiosos más aclamados de los últimos tiempos, una especie de Michael Corleone que toma el control de la familia por sus cualidades personales sobre sus hermanos, carácter fuerte y que lo han llevado sin ser el hermano mayor a ser el líder de la familia, el encargado del resurgir de una familia de gitanos que se abren camino en un mundo hostil ambientado a inicios del siglo XX en la ciudad de Birmingham, Inglaterra.
En la escena vemos al personaje más inmutable y más “rudo” de la serie en un profundo estado de catarsis, luego de haber pasado por uno de los momentos más duros de su vida, la familia lo obliga a tomar un descanso y retirarse por un periodo a la tranquilidad del campo, a disfrutar de la caza y el golf. En el momento que Thomas está lanzando la bola en medio de un amplio y llano campo de golf, comienza a sonar de fondo una de mis canciones favoritas: Pyramid Song de la banda Radiohead. Es en este momento que Tommy se percata que ese no es su mundo, que esa no es su “normalidad” y lanza por los vientos en vez de la bola el palo de golf, toma su cigarro y se retira a la soledad, donde se hunde en sus recuerdos, sus traumas de guerra, sus miedos, y comienza un viaje por los más profundos mares de la depresión.
Luego Thommy pasa por un estado que San Juan De la Cruz denominó como la noche oscura del alma, para el místico este era un proceso de purificación donde el Hombre tenía que pasar para llegar a un nivel espiritual y de conexión con su Dios, pero también podemos denominarlo como ese estado que todo ser humano tiene que atravesar en uno o más momentos de su vida, donde se enfrenta con sus miedos, sus recuerdos y donde el sufrimiento es inevitable, palpable y te cala hasta los huesos. Cada Hombre pasa de distinta manera su periodo de noche oscura, en el caso del carismático líder de la familia Shelby, este se refugia en el consumo de alcohol, opio, y que lo llevan a un estado de trance que dura por unas cuantas horas, días, semanas (no se nos especifica bien en la serie) y finalmente termina en el piso totalmente borracho y ensangrentado, con su hijo entrando por la puerta de su dormitorio y viendo a su padre en un estado deplorable. Volviendo al personaje del padrino, el hermano menor de los Corleone tiene un momento de introspección cuando su hijo toma la guitarra y comienza a cantar una antigua canción siciliana, en ese momento Michael recuerda a su mujer asesinada y toda la travesía que lo llevó a convertirse en el monstruo que termina convirtiéndose.
Se une entonces el recuerdo de la esposa asesinada por la banda rival, el vínculo con el hijo y el hecho de que la persona que más ama (en el caso de Thommy su hijo Charly) lo vea en ese estado deplorable lo hace explotar sus emociones, mostrar su lado más débil, porque al final del día el temido y respetado Thommy es un ser humano como cualquier otro, un ser humano que sufre, que tiene miedos, frustraciones, tristezas y que en algún momento tiene que echar fuera sus sentimientos en un proceso de catarsis, soledad y autoconocimiento. Antes de llegar a eso se muestra que desde un mundo lejano se escucha una voz que lo llama (la de su más fiel sirvienta Francis) y le dice a su jefe que está mal, que por favor llame a un doctor, pero él le responde que está todo bien, que el único problema es que está hablando demasiado consigo mismo, hablando consigo, hablando consigo mismo… repite.
Ver esta escena y que fuera acompañada por una banda sonora espectacular hizo un click en mi mente, y me di cuenta que yo en mi pequeño “Birmingham” también estaba pasando por un momento de depresión, luego de un periodo bastante prolongado de crisis a nivel familiar, laboral y personal, llegué a un punto sin retorno, al punto donde uno no tiene mayores directrices, como un barco varado en la tormenta y sin un horizonte aparente.
Luego de pasar por este estado de trance el personaje regresa a su vida normal y dice que las vacaciones no son para él, en mi caso acudí a ayuda externa y terminé por convencerme que lo mejor era tomar medicamentos (antidepresivos, ansiolíticos) y eso me llevo a salir de mi noche oscura del alma.

A veces es una frase de un personaje de un libro, la conversación con una persona cercana, o la escena de una serie, pero lo importante es que el universo nos manda señales de que debemos volver a tomar el rumbo de nuestras vidas y superar ese periodo de noche oscura del alma, sea cual sea el camino a tomar lo importante es salir de ahí y seguir adelante.
Espero que si alguien lee mi escueta reflexión y está pasando por un momento de crisis en su vida, le sirva para entender que hasta los hombres (y mujeres) más valientes y duros, pasan por bajones, a algunos les cuesta más asumirlos que a otros, algunos reciben la ayuda a tiempo, otros en cambio no… pero lo importante es darse cuenta a tiempo y volver a tomar las riendas de tu vida, sobre todo si tienes una familia (una hija en mi caso que vive conmigo) y tener en cuenta que el sabio dicho tiene toda la razón: después de la tormenta viene la calma… siempre viene la calma.