Aunque intuía el gran sentido del humor, la ironía y sobre todo la picardía del escritor argentino, tan presentes en sus entrevistas, debo admitir que nunca pensé que esos factores estuviesen tan arraigados en su narrativa, mucho menos en sus cuentos, que tanto fervor despiertan en los catedráticos hasta nuestros días.
René de Costa es un especialista en autores latinoamericanos del siglo XX, tiene estudios sobre los poetas Vicente Huidobro y Nicanor Parra entre otros, en este ensayo toma la obra de uno de los más grandes escritores de nuestra lengua, pero desde una mirada totalmente nueva, fresca e innovadora: la del humor.
El autor -y catedrático en literatura- nos va mostrando desde el comienzo el sentido del humor en un escritor que muchos veían como el ser -quizá- más serio sobre la Tierra, nos regala un par de anécdotas con Borges, una incluso personal que tuvo con el escritor argentino por los años 80 en una visita de Borges a la ciudad de Chicago. Luego comienza un viaje por la obra borgiana mostrándonos o enseñándonos con contundentes pruebas y explicaciones, las evidentes señales de humor que nos deja Borges en algunos, o quizá en la mayoría de sus textos, comenzando por la época de sus primeras inquisiciones literarias allá por un lejano año 1925, donde nos encontramos con un joven autor, perteneciente a la corriente ultraísta, o sea vanguardista, o sea rompedor de su época, por ende poseedor de una voz irreverente que muchas veces le faltaba el respeto a los consagrados de su época, a los clásicos o los que aspiraban a ello, luego nos lleva por sus magistrales cuentos dejados en dos obras fundamentales -ya para la literatura Universal- como lo son Ficciones y El Aleph.
Lo mejor del ensayo es cuando su autor nos muestra extractos de algunos textos de Borges, nos remarca una o dos palabras, luego nos explica la broma implícita y le da una segunda lectura. En mas de una ocasión nos va a sorprender de cómo cambia todo el sentido de un texto sabiendo una de sus claves humorísticas o irónicas o incluso en ocasiones llevándolo a lo grotesco. En algunos pasajes nos sacará más de una carcajada, a mi me sacó más de una, sobre todo cuando se descifra el significado de la secta del Fénix, les recomiendo la lectura en especial de ese capítulo denominado «Diversiones en Ficciones y El Aleph«, mismo capítulo donde Borges ataca a uno de sus “enemigos” el poeta chileno Vicente Huidobro.
Como todo en la obra borgiana, sus mensajes están escondidos en códigos, en señas o claves, su humor es algo que, o se tendría que tener un amplio conocimiento, tanto de su época como de sus gustos, o bien tendría que ser explicado por un entendido de su obra y que nos enseña a descifrar y a redescubrir en este ensayo.
En todo el texto abundan los mensajes en clave del autor de ofensas o burlas a otros autores de su tiempo, o bromas que les hace a sus entrevistadores e incluso amigos, ya que a Borges le encantaba inventar escritores o textos ficticios, que luego venían incluso reseñados por algunos intelectuales en su época, a lo que el autor en vez de aclarar, prefería seguirles el juego y así continuar con la macabra broma. Se muestran también las modificaciones a los pie de página que el autor realizó hasta el final de sus días, jugando con las fechas y dándoles en ocasiones un giro a sus cuentos desde una edición a otra, mostrándonos como Borges se divirtió hasta el final con estos juegos literarios, basados en la ficción y en su constante juego de mezclarla con la realidad.
Creo importante señalar que el año 2016 salió publicado un libro llamado El humor de Borges, del poeta argentino Roberto Alifano que colaboró con Borges los últimos años de su vida, esta obra reúne conversaciones con Borges y anécdotas relacionadas a sus pensamientos sobre diferentes temas como la política u opiniones de diferentes autores, como por ejemplo cuando irónicamente se refiere al premio Nobel de García Marquez diciendo que los primeros 50 años de 100 años de soledad estaban muy buenos, pero al contrario del ensayo que analizamos ahora, este mas que estar enfocado en el sentido del humor del autor o en su personalidad, ahonda en el humor que podemos encontrar en su obra.
Debo admitir que por ciertos pasajes de mi lectura algo dentro de mi quería no creer todo lo que estaba leyendo, una sensación de que todo lo escrito por Borges y que la mayoría consideramos como textos canónicos, estaban ahora reducidos a una especie de juegos, triquilueñas entre un autor rebuscado y sus lectores más cultos, me sentí a ratos en la presencia de una especie de desmitificación de Borges, pero luego entendí el sentido que estaba detrás de la obra de de Costa, y era dejarnos ver otra faceta de un autor tan notable y único como Borges. En otras palabras, aunque sus cuentos tengan algunas bromas o sentido humorístico, ironías o mensajes ocultos, esto no quiere decir que la narrativa borgiana se reduzca a una obra de comedia ni mucho menos, sino que quiere decirnos que dentro de su narrativa podemos encontrar la más variada gama de lecturas, desde las más descabelladas hasta la más dignas de estudios filosóficos o matemáticos, aunque la clara intención del autor de este ensayo va siempre en la dirección de alejarse de esos campos y llevarnos un poco al sentimiento de que el que lee con esos ojos a Borges, no lo ha entendido en su cabalidad.

Mas allá de las intenciones que habrá tenido su autor al momento de escribir este ensayo, considero que se puede catalogar como una obra muy valorable al momento de descifrar y ahondar en los misterios de la obra de uno de los escritores más fascinantes de los últimos tiempos y cuya literatura está muy lejana a agotarse, por el contrario siempre parece recordarnos que tal como uno de sus cuentos, su autor pareciera ser inmortal.
Los dejamos con este breve texto introductor al prólogo y también un breve video donde presenciamos el gran sentido de jovialidad en Borges, cantando un tango argentino. Como un dato final, recalcamos que este ensayo está dedicado a Cristina (Cristina Grau), quien fuera esposa de Rene de Costa y escritora de una magistral obra también dedicada a Borges: Borges y la Arquitectura.
La gente que nunca se ríe
no puede ser tomada en serio
Séneca
Rodrigo Ertti.
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