Borges y Scarpa: dos artesanos de la literatura y la arquitectura.

Terminando la serie de genios confrontados del siglo XX, donde se elegían a dos personajes de diferentes disciplinas cuyos trabajos o formas se asimilaban, dejamos para el último el trabajo del escritor argentino Jorge Luis Borges y el arquitecto italiano Carlo Scarpa, ya que sus obras parecieran regirse bajo el mismo concepto, el de trabajar cada elemento, cada detalle hasta llevarlo a su punto de elaboración más pulcro, más exacto, asimilando su proceso creativo al de un artesano mas que al de un escritor o un arquitecto.

A primera vista, a muchos les podría parecer casi una falta de respeto comparar la figura de Borges con la de un artesano, ya que lo que su figura representa para muchos, es la del catedrático, del hombre educado y refinado con una inteligencia casi solemne y una imaginación que va mucho más allá de cualquier literatura que se haya inventado antes de él, sus ficciones para muchos, representan un nuevo género literario, una nueva forma de concebir la literatura donde el límite de lo real y lo imaginario está al borde de lo invisible, o que llegan a lograr tal mimetización que separarlos se hace una tarea ardua.

Por su parte, el arquitecto veneciano Carlo Scarpa gran genio del modernismo italiano, pareciera distar también de la figura del artesano, ya que sus obras tienen un alto nivel de sofisticación, innovación y capacidad de mezclar elementos y materiales de vanguardia con la arquitectura veneciana, de por sí una arquitectura que llama más al pasado que al presente, combinando los estilos bizantinos, barroco, góticos, en un estilo único en el mundo como es el veneciano.

Por otro lado, asimilar una obra literaria con una arquitectónica, hace más difícil el camino que en las ocasiones anteriores, donde la música interactuó con la pintura y la literatura, todas disciplinas hermanas, en cambio la materialidad de la arquitectura, sus formas y su estilo, a primera vista nada tienen que ver con la “materialidad” de las letras, los versos o las historias. Por esta razón, se hace más fascinante y complejo a la vez, intentar de combinar la obra de estos dos genios del siglo XX.

El concepto laberíntico

Castelvecchio Verona
Museo Castelvecchio de Verona / restaurado por Carlo Scarpa

No hay composición urbanística más laberíntica que la ciudad medieval y Venecia en la zona centro storico, que abarca toda la isla con sus seis “sestieri” (o barrios) más sus islas, comprende el centro medieval más grande de Europa conservado en la actualidad, en otras palabras Venecia es el laberinto por antonomasia. La irregularidad de sus calles, que algunas terminan en canales o sus cientos de puentes que unen los que alguna vez fueron pequeñas islas compuestas  por una iglesia, un mercado y algunas casas que juntas constituían un archipiélago y que luego formarían una ciudad estado llamado Venecia, o que la numeración de sus calles haya hecho afirmar que los carteros de Venecia tienen el cerebro con más capacidad junto al de los taxistas de Nueva York, hacen de Venecia un verdadero laberinto flotante. Este concepto de laberinto está presente en la mayoría de la obra de Scarpa, ya que al contrario de sus contemporáneos, él no buscó la simplicidad, la linealidad ni lo racional en sus edificios, sino que todo lo contrario, buscó siempre el camino más largo, el crear recorridos interesantes, una acentuada expresión de sus edificios, puntos de observación, tensiones visuales, juegos de materialidad y sobre todo la idea de que en poco espacio se puede condensar mucha información, que es la esencia de lo veneciano, que siendo una pequeña ciudad estado, llegó a conformar un verdadero imperio marítimo o ser uno de los lugares más influyentes en cuanto a cultura y tendencias en su apogeo, ya que era el punto donde se encontraban el mundo occidental y el oriental.

Uno de los símbolos más presentes en la literatura borgiana es la imagen del laberinto, ya sea como imagen física que como composición del caos o del universo. En sus cuentos La biblioteca de Babel o en Los dos Reyes y los dos laberintos, podemos encontrar la imagen física del laberinto, pero en muchos de sus cuentos podemos encontrar también la imagen psicológica del laberinto, como en el cuento El jardín de los senderos que se bifurcan o El sur, por nombrar algunos. En el primero por la concepción de espacio/tiempo, en el segundo por la creación de un hombre que construye su propio laberinto, un lugar delimitado, encerrado y desolado, como es el que construye el personaje de El sur en uno de los lugares antagónicos del laberinto, como es la pampa argentina, que para Borges era el antagónico del gran laberinto que era la gran ciudad, laberinto creado por los hombres como podrían ser Buenos Aires o Londres.

Es tan fuerte la asociación del laberinto con el escritor argentino, que precisamente en Venecia, en la isla de San Giorgio, se encuentra un jardín con un laberinto diseñado con vegetación, que compone el nombre de Borges.

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Jardín de la Fundación Cini, en la isla de San Giorgio (Jorge en italiano).

En lo pequeño está lo divino

Decir que tanto Scarpa como Borges eran detallistas es quedarse cortos, ya que su genio más que definirse por la tenacidad o la claridad, se podría definir por la capacidad de obsesionarse con el trabajo. Es famosa la máxima de Carlo Scarpa, que le había enseñado Louis Kahn, dejándole una dedicatoria que decía:

«Nel piccolo sta il divino»

Según cuenta el mito Scarpa, el “professore” como lo llamaban sus alumnos, se podía ver a menudo por las calles de Venecia dibujando por horas y horas e incluso días y días un mismo elemento, una puerta, o una esquina, todo porque quería extraer la esencia de determinado encuadre, técnica constructiva o combinación de materiales. En el documental Hortus Conlusus de la Quierini Stampalia, su hijo Tobia Scarpa cuenta que su padre era de esos genios que no descansan hasta llegar a la precisión máxima, que podía pasar la noche sin dormir porque había errado en un milímetro en un plano, y menciona que tal vez ese milímetro que en escala quizá correspondía a 10 cms de un muro, en la realidad podía no llegar a tal exactitud porque dependía de la precisión de los maestros, pero que su padre llegaba a tal nivel de obsesión que estaba dirigiendo las faenas in situ para asegurarse que sus diseños se respetaran a la perfección. Scarpa hijo hace también esta precisión entre los hombres de talento y los genios:

«El hombre de talento hace aquello que se le da la gana porque es un hombre libre, en cambio el genio hace aquello que su locura le ordena hacer».

Borges por su parte tenía un especial cuidado por su estilo de escritura, la utilización de los adjetivos precisos, la sintetización de su prosa y la exactitud en el lenguaje, que como dijo Piglia, nunca escribió un texto con más de diez páginas, ya que trabajar a ese nivel de precisión te limita al formato cuento, ensayo o poesía y te impide escribir novelas. Por otra parte Borges era un corrector compulsivo de su propia obra, corregía y editaba sus textos publicados para nuevas ediciones, impedía que se republicaran otros por considerarlos de baja calidad, demostrando la obsesión por su obra, no solo la que hacía sino que además la que ya había hecho y publicado en el pasado.

Esta es la principal característica que encontramos en ambos al momento de compararlos con la figura del artesano, ya que Borges pareciera esculpir cada palabra, cada verso o prosa, y elaborarlo hasta llevarlo a un punto cercano a la perfección. Scarpa también pareciera ser un obrero más de sus obras, ya que trabajaba con pasión cada detalle desde la planimetría a la etapa de construcción y sobre todo un cuidado por el trabajo de los materiales que lo acercan al mundo más artesanal que al industrial.

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Museo de la Olivetti en Plaza San Marcos en Venecia / Carlo Scarpa.

La pasión

Otro rasgo presente en la obra de estos dos grandes que también los conecta al mundo del artesano más que al del arquitecto o el escritor, es la pasión que se ve en cada una de sus obras, quizá sus vidas no son dignas de grandes y extensas biografías, por el hecho de ser personas serias, sobrias en su actuar y sobre todo dedicados totalmente a su obra. Borges aunque pasó años de su infancia y adolescencia en Suiza y España, escribió toda su obra en Buenos Aires, pasó una vida digamos austera y alejada del éxito hasta ya una edad avanzada, luego le llegaría el éxito mundial, los viajes, la consagración, el amor y también la ceguera. Scarpa por su parte construyó toda su obra en Italia, y para ser más precisos aún, casi todos sus edificios se concentran en Venecia y la región del Véneto, exceptuando algunos trabajos en Sicilia, Udine y Bolonia. Fue sin duda un apasionado por la arquitectura y el diseño técnico, llegó a ser el director de la escuela de Arquitectura de Venecia (IUAV), donde diseñó el frontis de la casa central y hasta el mobiliario donde trabajaban los estudiantes, diseños que se ocupan hasta el día de hoy, ya que pensó en cada detalle como la amplitud que tenían que tener los tableros para dibujo y maquetear, mostrando la pasión no tan solo por el diseño, sino que por su escuela y sus alumnos.

Autodidactas

Adentrándonos al ámbito más personal, ambas figuras comparten la elegancia, la impronta y el carácter sobrio de su personalidad que hace que cuando pensemos en ellos asociemos su imagen más a la vejez que a la juventud. Otra característica particular de ambos es que pese a que fueron muy respetados por el mundo académico (Scarpa llegó incluso a ser rector de la IUAV (Instituto universitario de Arquitectura de Venecia) ni Borges ni Scarpa tenían títulos universitarios. Es raro decirlo y más aún pensarlo, pero Borges no pasó por la Universidad, su formación fue bajo los círculos de intelectuales sea en España con Rafael Cansinos Assens que en Argentina con Macedonia Fernández, pero no estudió una carrera tradicional, sin embargo dio cátedras al rededor de todo el mundo (una de las más connotadas fue la Norton Lectures en la Universidad de Harvard) y obtuvo varios Honoris Causa por universidades de todo el mundo. Scarpa por su parte tuvo su formación en la Academia de Bellas Artes de Venecia (que años más tarde sería el germen de la IUAV), obteniendo el título de profesor de dibujo técnico, pero el título de arquitecto nunca se lo otorgaron, siendo este siempre un punto de discordia entre sus detractores, sumándose al mito de los grandes arquitectos que no fueron arquitectos con formación profesional, entre ellos Adolf Loos, Ludwig Mies van der Rohe, Tadao Ando o el mismísimo Charles-Édouard Jeanneret, más conocido como Le Corbusier.

Sin duda tanto Borges como Scarpa son dos eminencias en sus respectivas disciplinas, ambos trascendieron a su tiempo y a su cultura, convirtiéndose en figuras reconocidas internacionalmente y cuyas obras se estudian y se analizan hasta nuestros días.

Así finalizamos esta secuela de genios confrontados que empezó con Picasso/Bowie  y prosiguió con Calvino/Gabriel, donde nuestra intención fue siempre la de encontrar artistas cuyas obras, vidas o procesos creativos se asimilaran, claro está que en más de una ocasión podremos haber caído en dirigir forzadamente cierto aspecto de cada personaje, pero nuestra idea principal fue siempre la de incentivar la búsqueda y exploración de sus obras, incentivar quizá al lector de Italo Calvino que no conozca la música de Peter Gabriel a que escuche sus discos a ver si le parece que hay ciertas similitudes, o que el seguidor de la carrera de Bowie, se interese por la obra de Picasso y así. Y sobre todo con el afán de indibur de hacer dialogar puntos incongruentes, buscar puntos de unión o links entre diferentes disciplinas, o diferentes formas de pensar, todo en el ámbito siempre de las artes y del mundo de la cultura.

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Rodrigo Ertti.

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